Payaso solo, en misión especial contra las armas. El espacio vacío y la luz difusa, una lluvia acompaña la entrada en escena del payaso, sólo con su maleta. Entramos en su mundo que, hecho de conflictos y pequeñas dificultades, solucionadas en la forma más descabellada, se parece mucho al nuestro. Su universo cotidiano, con el que el espectador entre una risotada y otra, se identifica, es interrumpido por el contacto/descubrimiento de un arma de fuego. El arma toma la ventaja, es más fuerte que él: su vida cambia, todo de ahora en adelante girará alrededor del arma, de su fuerza, de su absurdo que es, hasta a matar a otro hombre en la ingenuidad y en la inocencia más total. El hombre ha muerto y el payaso - el hombre común - también: la suya es una muerte interior que lo acompañará para el resto de sus días.